Generalmente se ha creído que a los niños no les afecta la muerte, que no se preguntan sobre ella e incluso que no elaboran duelos, pero lo cierto es que, como todos los seres humanos que estamos propensos a vivir diferentes tipos de pérdidas a lo largo de nuestras vidas, los niños también viven esta experiencia de duelo, ellos también sienten dolor, miedo, rabia, tristeza, ansiedad y muchas otras emociones cuando experimentan el duelo por la muerte de un ser querido, aunque lo hacen de formas diferentes y lo expresan de diferentes maneras a los adultos.
A pesar de esta creencia, ha sido muy común que como adultos se tienda a proteger a los niños de sentir dolor y por ello preferimos apartarlos de las situaciones, ambientes o verdades que pueden generar un malestar emocional en ellos por “miedo a traumatizarlos” y ocasionarles daño. Sin embargo, debemos saber que los niños, igual que todas las personas, cuentan con los recursos para asimilar las pérdidas adecuadamente, recursos que con su desarrollo se van potenciando cada vez más, pero que esto solo es posible cuando, los adultos, se los facilitamos y acompañamos. Es por ello que hablar sobre la muerte y el dolor con ellos no les perjudica, sino que les brinda las herramientas para que al momento de enfrentarse con una pérdida lo hagan de la mejor forma. Por el contrario, ocultar información, ocultar emociones en todo momento, evadir hablar del tema y no responder preguntas, contribuye a generar más angustia y dificultades para elaborar su duelo de forma adecuada.
Lo ideal es que el niño pueda tener el primer acercamiento con la muerte y el ciclo de la vida a través de procesos de la propia naturaleza, como el tener la posibilidad de cuidar de una mascota o una planta, de este modo será más fácil explicar y responder a sus preguntas cuando deban enfrentarse a la muerte de un ser querido, ya que, aún en esos momentos donde todo parece tan simple, al niño le surgen un sinfín de dudas sobre por qué lo vivo debe morir, a donde van las personas o los animales cuando mueren, por qué una persona murió y la otra no, qué se siente morir. Los niños también se hacen preguntas sobre la muerte y es por ello que mostrarse abierto a responder estas dudas es fundamental para que lo perciban como algo natural y se despojen de miedos que pueden surgir a partir de determinadas pérdidas o algunas asociaciones.
¿Cómo comprenden la muerte los niños y niñas de acuerdo a su edad, y cómo vivencian el duelo?
0 – 2 años
En esta etapa los niños aún no están preparados para entender la muerte. En esta edad la madre es el principal vínculo del bebé, su fuente de seguridad, sostén y supervivencia, por ello, si la madre fallece el bebé lo vivirá como una ausencia, y es normal que se presente un llanto sin causa aparente, inquietud, cambios en el ritmo del sueño y la alimentación. Sin embargo, la muerte de otro familiar no se vivirá con la misma intensidad, pero sí percibirán el estado emocional de su entorno primario, especialmente de su madre, es por eso que si la madre está triste, es importante que le pueda explicar en palabras sencillas y claras el porqué de su tristeza, ya que, aunque el bebé no tenga la capacidad de comprender lo que se le está diciendo, sí lo comprenderá a través de las sensaciones que la madre le transmita con sus palabras. De igual modo, es muy importante mantener las rutinas y horarios para brindarle seguridad al niño dentro de los cambios que está experimentando y no comprende; adicionalmente, es recomendable aumentar los momentos de contacto físico con el niño como los espacios de juego, canciones, cuentos, etc.
2-6 años
En estas edades aún no hay un concepto de permanencia e irreversibilidad, es decir, el niño piensa que la persona fallecida sigue existiendo y que en cualquier momento puede volver o despertar, por lo que es común que hagan comentarios como: “yo entiendo que papá murió, pero no entiendo por qué no viene a comer con nosotros”. Es por eso que puede ser muy común que el niño se muestre indiferente o inexpresivo, porque piensa que esa persona va a volver y su ausencia le cuesta aún más comprenderla. De este modo, lo más recomendable es explicarles la muerte del ser querido en un lenguaje muy claro y concreto, teniendo en cuenta que su comprensión del lenguaje es muy literal, por ello el uso de eufemismos como “está dormido”, “se fue al cielo”, “Dios se lo llevó”, “está de viaje”, pueden hacerle creer que esta persona les abandonó o les puede crear un miedo a dormir, viajar o sentirse traicionados por Dios. Por eso, lo más recomendable es explicarles claramente lo que sucede cuando una persona muere: ya no respira, ya no siente, ya no se mueve, su cuerpo ya no funciona; para esto, el uso de los “muy” es bastante útil, ya que permite al niño entender la diferencia entre estar enfermo a muy muy enfermo y sus consecuencias (Ej. “El abuelo murió a pesar de que se le dieron todas las medicinas posibles para curarlo, porque ya estaba muy muy muy enfermo y muy muy muy viejito”) . Con nuestras respuestas le estamos ayudando a entender que la muerte es irreversible, universal y que tiene un por qué.
6 – 10 años
En esta etapa su concepto de muerte se va pareciendo más al de los adultos, haciéndose más preguntas que los lleven a razonamientos más objetivos, de modo que al final de esta etapa ya tienen la capacidad de comprender la muerte y su irreversibilidad, diferenciando la realidad de la fantasía, además de que entienden la muerte como algo universal, que nos tocará a todos los seres vivos en algún momento. Es natural que quieran conocer las causas de la muerte, a lo que se debe responder de forma sencilla y real; además, a esta edad se incrementa el miedo al abandono, hay gran miedo a que otro familiar o ellos mismos también mueran, lo que implica experimentar nuevos sentimientos. Es muy normal también que en estas edades el niño tenga la iniciativa de querer ser partícipe de los rituales de despedida, lo cual es recomendable que se permita anticipándoles qué se encontrarán allí.
10 – 13 años
A esta edad ya saben que la muerte es permanente y su concepto de muerte ya se asemeja al de los adultos. Entienden los rituales, la causa de la muerte y el impacto que esta genera en la familia. Surgen preguntas sobre lo que sucedió, además de preguntas orientadas a lo religioso y cultural. Les preocupan los cambios que habrá. Dado que en esta edad es importante el sentirse parte de un grupo, el fallecimiento de un ser querido puede generar que se sientan diferentes y se incrementará el miedo de que al expresar su dolor se les vea como débiles, de modo que pueden ser muy reservados con sus emociones. Sin embargo, a pesar de que ya tengan una concepción de la muerte más clara, aún no tienen los recursos emocionales y comunicativos suficientes para gestionar todas las emociones que conlleva una pérdida, por eso es muy importante brindarles un acompañamiento cercano en donde se les abran espacios para su expresión emocional y resolución de dudas (sin dejar de respetar sus tiempos y espacios), ya que los adolescentes pueden tender a ensimismarse, evitar hablar de sus emociones y/o aislarse socialmente. Hablar con ellos sobre las propias experiencias previas de pérdidas les permitirá tener un modelo de cómo sobrellevar esos momentos y encontrar las herramientas y recursos propios para gestionarlo.
Manifestaciones esperables en los niños en duelo
Los niños, a diferencia de los adultos, tienden a expresarse a través de sus acciones más que a través del lenguaje verbal debido a que aún no han logrado llegar a una maduración del mismo. Es por ello que es normal y esperable que mientras estén viviendo un duelo, sus emociones se manifiesten principalmente a través de su conducta:
¿Cómo comunicarles a los niños la noticia de la muerte de un ser querido?
Es muy importante comunicar la noticia del fallecimiento al niño lo antes posible, preferiblemente por una persona con quien el niño tenga un vínculo fuerte, siendo los padres la mejor opción, dentro de lo posible. Ante la pregunta ¿qué decirles?, la respuesta siempre será: la verdad. Los niños tienen el derecho a saber la verdad sobre lo sucedido, siempre adaptándola a su capacidad de comprensión.
¿Es recomendable que los niños participen en los rituales fúnebres?
Los rituales de despedida son los que nos permiten hacer real el fallecimiento y aceptar la muerte, además de ser los espacios en donde se nos permite expresar la tristeza y sentirnos acompañados y apoyados; por eso, es importante que los niños, de cualquier edad, también participen de estos espacios si ellos lo desean. Hay algunas excepciones de casos en que no es tan recomendable hacerlos partícipes de estos espacios y es cuando el fallecimiento fue muy impactante y doloroso y es posible que en el rito se den manifestaciones exageradas de llanto y dolor, que pueden generarles mucha angustia. De lo contrario, animarlos a que participen de los rituales sería lo adecuado.
Si se decide que el niño participe del ritual, lo más importante es poder anticiparlo a lo que se encontrará en estos espacios explicándole lo que va a pasar, que irá a un funeral a despedirse de esa persona, a dónde se va a ir, quiénes van a estar allí, además de que será normal que vea personas tristes y llorando, que se encontrará con una caja que se llama ataúd en donde está acostado el fallecido, y también podemos explicarle cuál es el aspecto de una persona muerta, que no está dormida sino que su cuerpo no funciona, en caso de que el niño desee verlo, de igual modo, si el niño desea besar o tocar al fallecido, debemos anticiparle que el cuerpo lo sentirá frío y un poco rígido.
Es importante que en estos espacios el niño esté todo el tiempo acompañado por una persona de confianza, con quien se sienta seguro y quien pueda responderle preguntas de manera tranquila en caso de que surjan. Además, debe tenerse en cuenta que los niños están en una etapa de espontaneidad y juego, por tanto, no debemos exigirles total quietud o silencio en todo momento, ya que estas conductas hacen parte de la forma en que procesen la pérdida.
Algunos rituales de despedida alternativos que podemos realizar con los niños en caso de que no asistan al ritual fúnebre tradicional, o que incluso pueden incluirse en dicho ritual son:
Señales de alarma para un duelo complicado en los niños
La mayoría de los niños aprenden a elaborar sus duelos sin grandes complicaciones, sin embargo, en determinadas circunstancias de dificultad o carencia afectiva el proceso de duelo puede suponer un problema provocando que el desarrollo normal se vea comprometido. Algunos síntomas generales que indican que el niño no está elaborando su duelo y se puede convertir en duelo complicado son:
¿Qué es fundamental para que el proceso de duelo del niño se dé de una forma sana?
Para favorecer el proceso de duelo en los niños es fundamental ayudarles a comprender esta realidad básica y natural, a reconocer las emociones como la tristeza y el dolor que conlleva la muerte y resolver sus miedos adecuadamente.
Es muy importante tener en cuenta que la forma en que acompañemos al niño dependerá siempre de su etapa de desarrollo, de acuerdo a esto adaptaremos nuestro lenguaje y la información que les brindemos, sin dejar de hablar con la verdad.
Referencias
Fonnegra de Jaramillo, I. (2017). De cara a la muerte (Treintava ed.). Bogotá: intermedio.
García, C. (s.f.). El duelo en la infancia. Edúkame contenidos y servicios educativos S.L.
Meridiano, Compañía de Seguros. (s.f.). Mamá, papá ¿qué es la muerte? Meridiano, Compañía de Seguros.
Yalom, I. D. (1984). Psicoterapia existencial. Barcelona: Editorial Herder.