Durante la historia del desarrollo humano, el proceso de duelo se ha representado como una crisis que nos exige utilizar casi todos nuestros mecanismos de adaptación, ya que nuestra visión del mundo cambia e influye en la manera en que nos relacionamos. Así, con el paso del tiempo se ha transformado la forma de ver la muerte y lo que esta representa, de manera que cada generación puede hablar de ésta con perspectivas diferentes.
De esta manera, le vamos dando un sentido y significado a la muerte según los estímulos ambientales que rodean la situación y el momento sociohistórico que estamos viviendo. Por ejemplo, durante la pandemia por covid-19 en la que la muerte se nos ha hecho presente y constante, cada persona que ha perdido un ser querido está viviendo un cambio en la representación que tiene de la muerte, al verse en la necesidad de combinar sus creencias y valores con la realidad que se vive en el presente, caracterizado por la velocidad en la que ocurren, la inminencia de la muerte y la imposibilidad de ritualizarla, lo cual marca una diferencia con las estrategias previas para enfrentar la muerte de un ser querido.
Estos cambios en el sentido y significado que le damos a la muerte nos inducen a responder de formas determinadas y a crear un estilo de afrontamiento específico para este evento. Este es un proceso individual, pues cada uno brinda significados dependiendo de las experiencias y aprendizajes adquiridos durante la vida, pero como dijimos, son influenciados por el contexto sociohistórico y los estímulos ambientales del momento en que se viven, por lo que en cada momento se crearan pensamientos y significados comunes, lo que nos lleva a pensar en las diferencias generacionales de la población.
Una generación se refiere a un grupo de personas que tienen una ubicación común en la historia, por lo que comparten experiencias formativas, conductas y costumbres que los identifica y conecta a partir de los hechos, circunstancias y acontecimientos que se suscitan en la época en la cual se desarrollan (1,2). La vivencia del duelo por su parte no puede desligarse del contexto del doliente que, al estar atravesando una crisis vital (la muerte de un ser querido) debe utilizar todas sus herramientas psíquicas para adaptarse a esa nueva realidad posterior a la perdida. Los recursos psicológicos se forman y desarrollan a lo largo de la vida, por lo que también están influenciados por las lógicas del contexto sociohistórico, de forma que, para cada grupo generacional, las estrategias para hacerle frente a las crisis y por tanto, la vivencia del duelo, tendrá diferentes características.
La generación de las personas mayores de 75 años. Nacieron y se criaron en tiempos de guerras, crisis económicas y pensamientos tradicionales y conservadores (2,3), por lo que su niñez y juventud no permitió, en su mayoría, una interacción social abierta. Suelen ser amantes de los medios de comunicación tradicionales, como la televisión y los diarios con los que crecieron. Son familiares, se preocupan por mantener vínculos fuertes con sus seres queridos más cercanos, por lo que generalmente tienen redes de apoyo estables pero pequeñas, influenciados por las condiciones sociohistóricas con las que crecieron.
Estas personas son sobrevivientes. Durante su niñez se desarrollaron la primera y segunda guerra mundial y su juventud estuvo marcada por crisis económicas como la gran depresión, por lo que suelen ser de carácter fuerte y poca expresión emocional relacionada con características propias de esta generación como el sacrificio, el respeto irrestricto a la autoridad, la racionalización, la disciplina y una conexión profunda con su pasado y la historia que los marcó (4), que define en gran parte sus posturas ante el mundo.
Esta es una generación que ha vivido muchos duelos simultáneos a lo largo de su vida, lo que les ha permitido desarrollar múltiples herramientas psicológicas para afrontar cada una de ellas. Sin embargo, la tendencia a inhibir las emociones propias de las experiencias dolorosas y a racionalizarlas sumado a una representación caótica y en muchos casos violenta de la muerte, puede hacer que ante nuevas pérdidas revivan traumas pasados, causando un mayor malestar psicológico y emocional que puede derivar en un acelerado deterioro de la salud.
Algunas recomendaciones para acompañar a las personas de esta generación en duelo son:
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Denominadas así porque es la generación que nace al finalizar la segunda guerra mundial, con el regreso de los soldados a sus países se da un incremento de nacimientos en las familias y un periodo de crecimiento económico (3). Crecieron en una época de bonanza económica lograda por el trabajo de sus antecesores por lo que se caracterizan por un importante desempeño en todas las áreas (laboral, profesional, espiritual, cultural, política, social y deportiva) (5). Son muy dedicados e incluso adictos al trabajo, por el cual suelen tener una gran fidelidad, se interesan por mantener el mismo empleo estable a lo largo de la vida. Se mantienen en la búsqueda de una mejor calidad de vida y estatus en coherencia con las particularidades de su crianza como seres independientes y controladores de su destino (2,5).
Esta generación se desarrolló en un contexto posterior a las guerras mundiales, con un discurso global sobre la paz y el amor (desarrollo inicial del movimiento hippie y crecimiento de la música como estilo de vida). Su interacción, a diferencia de la generación silenciosa, se estimuló gracias a la cantidad de eventos públicos como conciertos o festivales. Se caracterizan por ser personas muy sociales con gran cantidad de amigos, los vínculos familiares suelen ser importantes, pero se crea una red de apoyo externa al núcleo familiar que suele tener un rol importante en sus vidas. Esta generación se relaciona con el éxito y el trabajo, son personas centradas en la producción y en la eficiencia, por lo que para muchos el equilibrio familia-trabajo fue y es un reto importante.
Esta generación vivió muchos eventos importantes en el desarrollo del mundo y la globalización. La guerra de Korea, expansión de la televisión, el rock and roll, la guerra de Vietnam, la llegada del hombre a la luna, el movimiento de los derechos civiles, de la mujer, entre otros, son experiencias que los orientan a las luchas políticas y las causas sociales (2). Así mismo, la llegada de Internet es un hecho que le toca a esta generación ya adulta por lo que se tuvieron que adaptar rápidamente para poder continuar con su impulso productivo. Así, esta es una generación competitiva, con el lema de “el tiempo es oro” y orientada al desarrollo económico y con una gran capacidad de adaptación estimulada por los rápidos cambios que tuvieron que enfrentar.
Ahora, si bien la capacidad de adaptación es fundamental para enfrentar eventos críticos como la muerte de un ser querido, la velocidad con la que viven estas personas y el impulso a “aprovechar el tiempo” para lo productivo, hace que no se den los tiempos necesarios para vivir estas experiencias dolorosas, por lo que el tramite de las emociones y la resignificación de la pérdida suelen ser aplazados o simplemente inhibidos.
Esta generación ve la muerte de forma racional “es lo que debe ocurrir” “lo normal de la vida”, sin embargo, ante la pérdida de un ser querido experimentan una intensa sensación de pérdida de control sobre la vida y el futuro y asocian la tristeza y el sufrimiento con debilidad y falta de productividad, lo que puede llevarlos a reprimir la experiencia y racionalizar las emociones. Por otro lado, muchas de estas personas están recientemente jubiladas o en proceso de retiro laboral, lo que indica que están viviendo duelos asociados al desarrollo y al ciclo de vida, lo que, si bien podría proporcionar el tiempo para permitirse fluctuar entre lo emocional y la continuidad de la vida después de una muerte, suelen buscar muchas actividades para sentirse productivos y evitar la experiencia dolorosa, lo cual puede llegar a convertirse en un riesgo para la salud mental.
Algunas recomendaciones para acompañar a las personas de esta generación en duelo son:
Hijos e hijas de los baby boomers, es una generación pragmática e individualista, también orientados al éxito profesional, pero con un cambio de visión importante respecto a sus antecesores: se trabaja para vivir en lugar de vivir para trabajar (2,6). Esto hace que busquen un mayor equilibrio entre la familia y el trabajo, estableciendo vínculos más fuertes y cercanos. Así, las interacciones sociales empiezan a cobrar un sentido en la construcción de la personalidad, incluso estableciendo algunos estereotipos con la ayuda del desarrollo del marketing. Heredaron la lucha por los derechos civiles y crecieron siendo muy independientes, por eso lo individualistas y pragmáticos, sin embargo, generaron la creación de actividades y causas colectivas (revoluciones, manifestaciones, movimientos sociales, etc.), lideraron las banderas de la libertad de expresión lo que les facilito empezar a desarrollar actitudes sociales e individuales más ligadas a lo emocional que a lo racional.
Son los adolescentes de la época de los 80’s, vivieron el surgimiento de los computadores personales y el crecimiento de de Internet, así como la expansión del VIH, Chernobyl, la caída del muro de Berlín, el nacimiento de canales icónicos como MTV y CNN, entre otros eventos que dan cuenta del inicio de la globalización y de una aceleración de la cotidianidad. Con todo esto, hablamos de una generación autónoma, consumista, con amplitud cultural e impaciente, valoran el aprendizaje continuo, el reconocimiento y exaltan la idea de que toda experiencia negativa trae algo positivo (2,6).
Creen más en la lealtad que en la fidelidad, por lo que son más centrados en la búsqueda del bienestar propio así que la permanencia en un trabajo o relación para toda la vida no es una prioridad, como pensaban sus antecesores, lo que los hace muy abiertos al cambio y a la diversidad (6), pero al mismo tiempo, las relaciones y los vínculos tienen un peso muy importante para ellos, hacen parte esencial de su identidad y estabilidad en el mundo.
Tienen una percepción ambigua frente a la muerte. Por un lado, al ser tan pragmáticos asumen la muerte como algo que nos tiene que ocurrir a todos y, por otro lado, la intensidad de los vínculos que establecen hace que exista un temor profundo a la pérdida de un ser querido y cuando ocurre es como “si una pesadilla se hiciera realidad”. Así, para el proceso de duelo cuentan con factores protectores al tener una mayor conexión con lo emocional y una tendencia a buscar apoyo de colectivos, por lo que suelen agruparse y mantener redes de apoyo social amplias, sin embargo, ante la muerte de un ser querido tienden a inhibir su propio dolor para cuidar y proteger a otras personas cercanas, lo que se evidencia en frases como “no lloro para no hacerlos poner mal a ellos” y para ello, al igual que sus antecesores, pueden buscar concentrarse en el trabajo, lo productivo y en mantener sus actividades sociales como “si nada hubiera pasado”, poniendo en riesgo el proceso de duelo y por tanto, la salud mental.
Algunas recomendaciones para acompañar a las personas de esta generación en duelo son:
La generación de los cambios rápidos, la tecnología y la búsqueda de satisfacción instantánea. Crecieron con teléfonos inteligentes, redes sociales y Google, lo que les permitió tener información rápida y precisa sobre cualquier tema en cualquier lugar del mundo, estando siempre hiperconectados. Crecieron con estilos de crianza diferentes a sus padres, siendo más protegidos y usualmente con relaciones más afectuosas, por lo que lo emocional tiene un peso mayor.
Marcados por eventos como la muerte de Diana de Gales, el atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre, el tsunami en Asia, la recesión económica del 2008 y las guerras del Medio Oriente, por lo que en general son muy críticos, creativos y con una mayor consciencia sobre asuntos globales, está generación se desmarca del individualismo de las anteriores, se preocupan por el medio ambiente, los derechos humanos, la estabilidad y la salud, con un énfasis especial en la salud mental y por otro lado, contrario a sus antecesores, son desapegados a filiales políticas y religiosas, orientados a construir sus propios sentidos de vida, así mismo no se sienten cómodos con las estructuras rígidas institucionales o de autoridad, por lo que demandan mayor flexibilidad en todas las áreas de la vida que les permita mantener equilibrio en todas las dimensiones humanas (familiar, laboral, educativo, social, espiritual, etc.) (2).
En el proceso de duelo tienen muchos factores protectores, las amplias redes de apoyo y el fácil acceso a la información con el manejo tecnológico más el valor que le dan a la experiencia emocional y la flexibilidad para adaptarse a los cambios, constituyen herramientas que les permiten elaborar un duelo normal de forma tranquila. Sin embargo, es importante reconocer que es una generación que se caracteriza por el deseo de inmediatez y satisfacción rápida de sus necesidades, por lo que muchos presentan baja tolerancia a la frustración y al malestar emocional, lo que puede llevarlos a desarrollar conductas evitativas de la experiencia dolorosa.
Algunas recomendaciones para acompañar a las personas de esta generación en duelo son:
Esta es la generación que nació con las herramientas tecnológicas integradas a ellos. Son multitareas, impacientes y disfrutan construir y hacer todo en grupo. Son menos individualistas, pero valoran el bienestar individual mucho más que todos sus antecesores. El acceso fácil e ilimitado a la información les facilita ser más críticos de todo lo establecido, son multitareas, autodidactas y con sus niveles de creatividad todavía los estamos conociendo. Son emocionalmente más abiertos, pero son exigentes frente a lo eficiente e inmediato, además tienen un interés muy importante en el bienestar físico y mental propio y de los demás (3,7).
Esta generación es hiperconectada, diferente a los anteriores que viven conectados, pero pueden encontrar espacios para distanciarse de la tecnología, los y las jóvenes no conciben su vida sin un smartphone e internet (3). Esto les permite tener círculos sociales presenciales y virtuales, por lo que pueden tener redes de apoyo muy amplias, aunque sus interacciones priman en la virtualidad, así como tener más exposición a situaciones de mayor intensidad emocional. Sin embargo, al tener mayor conocimiento de lo digital que sus antecesores puede ser más difícil cuidarlos y conocer por completo sus capacidades, pero también sus dificultades. Frente a esto encontramos una brecha generacional interesante en cuanto al manejo de la información, por lo que ante experiencias emocionales fuertes tienden a aislarse o a no pedir ayuda a las redes de apoyo inmediatas, como la familia.
Para acompañar a esta generación en duelo debemos tener en cuenta la edad de la persona, algunas recomendaciones son:
El duelo es una experiencia individual y subjetiva, sin embargo, siempre esta permeada por factores culturales y contextuales. Por eso es interesante tomar en cuenta las diferencias generacionales que pueden definir algunas características que van a marcar la vivencia del proceso. Las recomendaciones aquí dadas son generales, para acompañar a una persona en duelo debemos tener en cuenta sus propias experiencias, escuchar activamente y preguntar siempre cuales son sus necesidades.
Recuerda que siempre puedes contar con nosotros, estamos para acompañarte.
11/03/2021
Escrito por: Manuel Tirado Betancur y Ana Carolina Calvo
Referencias: